martes, 10 de junio de 2008
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martes, 3 de junio de 2008
El perro fantasma
Galletas vs. Papitas
Una noche, mientras don Marcos cerraba su tienda, algo raro pasó, llegó una viejita que le dijo: "¡Nooooo! No cierre esa puerta. Yo los he visto. Ellos cobran vida y arman relajo. Esas chatarras cobran vida.” Don Marcos no entendió y cerró la puerta. Debió haberle hecho caso a la viejita porque al día siguiente se encontraría frente al caos. Dentro de la tienda cerrada, poco a poco todo cobraba vida. Las que se despertaron primero fueron las pasitas con chocolate, después los chicles, luego los jugos, y al final las galletas y las papitas, que tenían un gran conflicto entre ellas. Siempre discutían por cosas como a quien compraban más, o quienes eran más sabrosas. Pero ese día era especial porque harían torneos. Eran Galletas vs. Papitas: la competencia del año. Las galletas habían estado entrenando para ganar, al igual que las papitas. Y poco a poco se iba acercando la hora de competir, así que todos se reunieron en el centro de la tienda y dieron inicio al torneo. Si las galletas ganaban una prueba, la siguiente la ganaban las papitas, y así sucesivamente hasta que quedaron empatados 10 a 10. La competencia se había extendido. Con la última prueba se definiría todo, ésta era de rapidez, pero ambos bandos, tanto las galletas como las papitas, no tomaron en cuenta que sus dos representantes se llevaban muy bien y no querían competir el uno contra el otro. Así que ellos, los contendientes hablaron cada uno con su grupo y se hicieron las paces, pero había un problema: ya iba a amanecer y la tienda entera estaba hecha un caos.
El cuarto de los zapatos
Una tarde, al regreso de la escuela encontré que la puerta de mi cuarto estaba cerrada, había un extraño resplandor alrededor de ella. A pesar de todo la abrí, di un paso y caí en un tobogán que me llevó a un cuarto lleno de zapatos de muchos colores, formas y tamaños. Caminé y me topé con un espejo que me dijo: “Esto sólo pasa una vez, cada diez años y siempre es en diferentes lugares. Sólo puedes elegir un par de zapatos. Hazlo y tómate tu tiempo...” El espejo desapareció antes de que le pudiera decir algo. Así que miré a todos los zapatos y vi un par de tenis negros decorados con brillos y cordones rosas. Me acerqué, los tomé y al hacerlo, otra vez caí en un tobogán que ahora me llevó a mi cuarto. Volteé hacia mi cama y ahí estaban los tenis.
Tarde
¡Gracias libros!
Una noche muy fría, Martina aún no terminaba su tarea: buscar palabras agudas en el diccionario. Parecía sencillo pero era muy tardado. Ella ya estaba cansada y triste porque ya no le daría tiempo de leer sus libros de cuentos, fábulas, historias y leyendas que a ella le encantaba leer. Martina miró el reloj de su buró. ¡Eran las 11! Su mamá entró a su cuarto y preocupada le dijo que se durmiera, que ella la despertaría antes de la hora acostumbrada para que terminara la tarea. Martina se levantó de la silla, se lavó los dientes, se puso su pijama y se fue a acostar. Durante la noche los libros cobraron vida, de la pasta salieron pequeñas piernas y brazos delgados que tomaron lápices y entre todos pronto ayudaron a terminar la tarea de Martina.
Al día siguiente, la mamá de Martina la despertó muy temprano. Entonces Martina vio que la tarea estaba hecha. Al revisar su cuaderno se cayó una nota que decía “Querida Martina: Nosotros te ayudamos a concluir la tarea. Atentamente, tus libros.” Ella, contenta, gritó: “¡Gracias libros!” Y el tiempo que le quedó libre lo ocupó para abrazar a cada uno de sus libros. Luego tomó sus cosas, guardó la tarea en su mochila y se fue a la escuela.