Había una vez, en un lugar llamado Achahuahuilco, un famosísimo pianista que era un cacomiztle; él daba pocas funciones, pero todos los demás animales pagaban lo que fuera por escucharlo, porque tocaba hermoso. Sucedió un día que llegaron a su casa una búha y una garza, según ellas eran sus más grandes admiradoras. Y sin pedir permiso entraron a su casa y pasaron de cuarto en cuarto diciendo: “Ay, pero qué bonito jarrón, yo lo quiero.” “Ay pero qué bonito sillón, yo lo quiero.” Y así se fueron de cuarto en cuarto, de cosa en cosa… Hablaban con una tonada tan simpática, que al pianista se le ocurrió una nueva pieza musical con esa tonada. Todo iba bien hasta que llegaron a la recámara del pianista, entonces ellas se acercaron al closet y cada una agarró una hoja de la puerta y de par en par, lo abrieron y al mismo tiempo dijeron: “¡Ay, ay, ay, qué traje tan bonito! Yo lo quiero” Y las dos lo jalaron gritando: “Es mío”, “Yo lo vi primero”… En algún momento lo jalaron con más fuerza y lo rompieron. “¡Nooooo! –gritó el cacomiztle-, es el traje que iba a usar dentro de una semana.” Entonces la búha y la garza dijeron: “Conocemos a un sastre muy bueno, es el águila ¡ve a verlo!” Entonces el cacomiztle fue a casa del sastre y tocó a la puerta. Toc, toc, toc. "¿Quién es?" Preguntó una voz desde adentro. "Soy el famoso pianista Cacomiztle." Se abrió la puerta rápidamente. “Pasa, pasa” –dijo muy emocionado el sastre Águila-. "Necesito que me arregles mi traje" –dijo el cacomiztle-. "Lo siento pero ahora no puedo, la semana que entra se casa doña Pava y el vizconde Guajolote, y ahora estoy muy apurado…” "Pero es urgente" –dijo suplicante el cacomiztle. "Bueno, lo haré, pero sólo si me tocas unas melodías." El cacomiztle aceptó con mucho gusto y tocó las piezas mientras el sastre alegremente le confeccionaba su traje.
lunes, 2 de junio de 2008
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1 comentario:
Comenta MMAD.
bonito cuento, me recuerda a Cri Cri.
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