Un día, mientras caminaba hacia mi casa, se me apareció un perro que me miraba con uno ojos muy bonitos, pero yo no presté mucha atención; seguí caminando y oí algo, al voltear vi que el perro iba tras de mí, así que lo espanté y continué mi camino. Volví a escuchar el ruido, volteé nuevamente y ahí estaba el perro, me pareció más chico que la vez anterior, lo volví a espantar, caminé más rápido y cuando iba a llegar a mi casa escuché un ladrido, volteé y el perro me dijo: “Dame algo de comer por favor o moriré de inanición ¡por favor, te lo suplico!” Yo me espanté mucho y dije: “Aquí no tengo nada de comer pero entraré a mi casa y traeré comida.” El perro se quedó ahí mientras yo entré a la casa, tomé una tortilla, salí y se la di, él la comió y después me dijo: “Gracias, en vista de esto te concederé un deseo.” Yo lo pensé y se lo iba a decir cuando me dijo: “Cierra los ojos y dímelo a la oreja, pero no abras los ojos hasta que yo te diga: ya.” Yo le susurré el deseo, cerré los ojos y el dijo “¡ya!” Cuando los abrí él ya no estaba… ¡En su lugar había una bolsa con palomitas!
martes, 3 de junio de 2008
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2 comentarios:
Muy bueno... ¿Crees q botas también ande por ahí cumpliendo deseos?
comenta: MMAD
Perfecto. fue bueno el intercambio.
el mensaje de reciprocidad fácil de entender.
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